Las lluvias en Australia llevaron calma apagando un poco el fuego pero las tormentas eléctricas podrían provocar más incendios.
La preocupación en Australia no para. El incendio ya tomó la vida de 26 personas, numerosos animales y destruyó muchas viviendas. Las lluvias llevaron un poco de calma a los bomberos que combaten contra el fuego. Sin embargo, las tormentas eléctricas podrían provocar más incendios y las autoridades ya pidieron a los ciudadanos que se refugien.
Las altas temperaturas, una severa sequía y el cambio climático son las principales causas del incendio. Hay una alerta por el calor que se prevé para el viernes y podría intensificar el fuego que ya arrasó gran parte del país. Las autoridades pidieron a los ciudadanos australianos evacuar las zonas. “Váyanse y váyanse pronto”, avisó Lisa Neville, responsable de la policía del estado de Victoria.
“Todo lo que hemos hecho ha sido para salvar vidas y hoy pido a la gente que continúe tomando en cuenta los mensajes que estamos dando”, agregó Neville. Las autoridades confirmaron la muerte de un cuarto bombero, lo que significa que ya hay 26 personas fallecidas por el incendio.
Gracias a las lluvias, cerca de 2.300 bomberos en el estado de Nueva Gales del Sur de Australia lograron hacer un cordón de contención para que el fuego no avance más. De esta manera, controlan 110 incendios activos pero los rayos de las tormentas eléctricas pueden generar nuevas llamas.
Shane Fitzsimmons, el comisionado del Servicio Rural de Bomberos, aseguró que están buscando posibles impactos de rayos. “Pueden arder sin cesar en árboles y en las raíces por un par de días, y aparecer en condiciones más secas y cálidas, por lo que somos muy conscientes de eso a medida que nos acercamos al viernes”, manifestó.
Los incendios en Australia llevaron a atención de los ciudadanos hacia el cambio climático. Scott Morrison, primer ministro, minimizó la necesidad de que su gobierno aborde la situación del cambio climático y fue fuertemente criticado tanto dentro del país como en el exterior.
Fuente: La Nación