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VOLABA, ATAJABA PENALES, ERA CASI UN MODELO Y QUEDABA SIN GUANTES…

CARLOS CATANIA, EN 10 AÑOS REVOLUCIONÓ EL ARCO

Carlos Catania, fue uno de los mejores arqueros que dio el fútbol santiagueño, y que tiene varias particularidades, que muestran su ADN en el arco. En solo 10 años de carrera fue un monstruo de los tres palos, nunca usaba guantes, era atajador de penales, bajaba los centros con una sola mano, y era un adelantado en el fútbol.

Debutó a los 17 años en primera, y en ese mismo año (77), hizo todas las categorías de las inferiores del “Albo”, hasta quedarse con el número “1”, y tuvo que soportar muchas injusticias, como el de haber quedado dos años libres, y después de pasar por Central Córdoba, Altos Hornos Zapla de Jujuy y San Martín de Tucumán, a los 27 años “colgó” los guantes para siempre por falta de “incentivo”. Todo un personaje en el fútbol.

Hoy a los 59 años (25-08-60), recuerda sus lindas historias de un tipo sencillo, callado que tranquilamente pudo haber sido modelo, y que dejó cosas importantes con la pelota: “Queda el reconocimiento de la gente, yo entraba a la cancha y me divertía con el equipo y con los rivales. Pero eran otras épocas con canchas llenas con 30.000 personas como en San Martín, y en el fútbol nuestro. Había cada nene que mostraban un juego de alto vuelo técnico e individual. Sin dudas, que es imposible una comparación entre al ayer y el hoy”, esboza.

A los 17 años debutó en el Albo, y después quedó libre dos años, para fichar en el 83 en Central Córdoba, llevándose dos campeonatos y jugando el Torneo del Interior y perdiendo la final con Atlético Ledesma, luego estuvo dos años en Zapla, y casi tres en el “Santo” tucumano, en el equipo de los santiagueños junto al “Capo” Noriega, “Pelusa” Cejas y “Pichón” Juárez, y de un día para el otro, se fue del fútbol, para disfrutar de la vida y de sus amigos, jugando al fútbol amateur con su equipo Previsión, cerca de 28 años: “No hay precio el haber estado tanto tiempo juntos con gente maravillosa, que saben de códigos de vida, con profundo respeto por la amistad”, asegura.

“De Central Argentino tengo enormes recuerdos. Fue mi ADN en el fútbol y de ser hincha en la tribuna pase a jugar en el mismo equipo con “Bombón” Luna, Adrián Nuño, y la “Burra” Britos por decirte algunos nombres. Es el lugar de mi nacimiento”, comenta.

Por su parte, de Central Córdoba tiene sus gratos momentos: “Fue un pase explosivo y jugar en un equipo grande me motivaba un montón, y con un equipazo. Estuve 7 partidos invicto y ganamos campeonatos importantes. Me cambió la vida de un día para el otro”, recuerda.

En San Martín de Tucumán había que romperse todo para jugar, ya que peleaba el puesto con Maguna y Guillén, dos grandes arqueros de esos tiempos: “Hicimos una campaña fabulosa, donde perdimos el ascenso con Arsenal en Sarandí. Ese día, nos expulsaron cinco jugadores y terminamos en inferioridad numérica. Pero ese equipo jugaba de memoria”, nos dice en primera persona.

“Cali” nos cuenta que vio grandes jugadores como Roque Martínez, Ricardo Troitiño, el “Pájaro” Juárez y el golero Francisco Guillén entre otros, pero reconoce a la vez que el fútbol santiagueño tuvo grandes futbolistas como Pablo Díaz, “Cacho” Cardozo, Héctor Cejas, Omar Pérez, Adrián Nuño, y Manuel Rojas que dejaron un sello importante en sus clubes.

“Yo entraba a divertirme, una vez en cancha de San Martín, la hinchada visitante me tiraba de todo y siempre con naranjas agrias. Un día me di vuelta y le dije…muchachos tiremen una naranja dulce para comer”, se ríe. Cuenta otra: “Me cantaban que parecía una puta de cabaret y me chamullaban, y hasta que le decía: “Eso que no la conocen a mi hermana”, recuerda con su franqueza a cuesta y esgrime que siempre tenía la confianza necesaria para charlar con los hinchas rivales, pero “siempre con respeto” asegura.

Cuando se le consultó por Maradona o Messi, Catania nos dice: “Por los números y la realidad es Messi, pero Diego es del corazón de la gente. Único”, y sobre Armani o Andrada para la selección, no duda: “Andrada. Es joven, y sabe mucho del arco pese a su edad. Tiene una gran ventaja sobre Armani…sale mucho del arco. Los dos son muy buenos, y en ese puesto, no tendremos problemas”, acota.

Catania nos dice que el mejor partido de su vida fue una semifinal con Estudiantes en el partido de vuelta en Central Córdoba: “En la ida habíamos perdido 1-0 en cancha de Mitre y en la vuelta ganamos 2-0, hubo alargue y penales. Saque pelotas imposibles, y en los penales, le ataje uno a Mario Britos a la derecha abajo, cuando toda la gente se iba pensando que perdíamos. Pero bueno, ataje otra más y llegamos a la final”, recuerda con lujo de detalles.

En esa década brillante del fútbol santiagueño había grandes arqueros como Juan Carlos López, Brunetto, “Lucho” Medina, y Luis Quiñones que eran goleros de primerísimo nivel: “No se puede comparar el fútbol. Ya lo dije. Se extraña muchas cosas, los entrenamientos, la previa, los clásicos, toda la semana se hablaba de fútbol, los hinchas, las “cargadas”, y había equipos de gran nivel. Antes el jugador se quedaba en su club por muchos años, ahora es diferente, el chico se va muy chico y se pierde el sentido de pertenencia”, especifica.

Nos dice que un partido jugando para San Martín de Tucumán en Jujuy ante Altos Hornos le hicieron el gol más “bobo” de su carrera: “Fue un saque de arco, le doy al marcador de punta, que revienta el balón, la pelota sale afuera, yo me doy vuelta, y el juez de línea no cobró la salida, y en dos segundos me hicieron el gol en una jugada rápida. Venía caminando para atrás, cuando veo que el delantero de lejos convierte. La pelota pasó por arriba de mi cabeza. Se armó un lindo quilombito”, asegura.

Carlos “Cali” Catania está casado con Viviana y tiene dos hijos: Franco Agustín (21) y Lucia (20), es maestro mayor de obra y la está pasando a su manera la pandemia: “Estamos en otro mundo. Nunca me podía imaginar está situación que nos afecta a todos, pero hay que cuidarnos porque primero está la salud”.

Para el final dejó una anécdota que lo pinta a piel: “En un clásico con Sarmiento, había un “9” (Rivadneira) que, en cada corner o tiro libre, me desacomodaba, me tiraba codazos y me quería bajar el pantalón cuando el árbitro no lo veía. Tenía esa maña, hasta que me desquite. Nunca hice nada raro y menos de agredir. Ya ganando 2-0, vino un corner corto, llegó primero y le pegó un codazo en la cara en el choque. Él se queda tirado en el piso, y cuando me acercó él pensaba que le habían cobrado penal. Me acercó y le digo al oído…tiro libre para nosotros, porque no se puede cargar al arquero dentro del área. Me quería matar esa hora”, expresa “Cali”, y la linda historia terminó cuando quedaba en San Martín, lo volvió a reencontrar en la terminal de ómnibus después de dos años, y se confundieron en un largo abrazo como grandes amigos: “Me imaginó que no sigues caliente todavía”, le dije y nos largamos a reír toda la hora.

Catania, un arquero que revolucionó el fútbol, con su personalidad, con sus atajadas, con sus penales siendo un ideal de Gatti- Filloll de esa época. Hasta el día de hoy lo recuerdan de la mejor manera porque en 10 años marcó un antes y un después: “Deje de jugar muy joven, porque me faltaba incentivación. Primero cuando era chico me mataba entrenando, hasta que tuve que quedar libre dos años para volver a jugar. Era una total injusticia, pero no me arrepiento de nada. Todo lo contrario, soy un eterno agradecido del fútbol y de la gente”.

Nos quedó una pregunta obligada el no usar guantes en los partidos: “Nunca me gustó. Yo a la pelota la tengo que sentir en la piel. No es lo mismo, ya que siempre me compraban guantes los dirigentes, y casi me obligaban a ponerme, pero únicamente los usaba poco en los entrenamientos. Yo nací para ser arquero”, argumenta con buenos detalles.

“Cali” Catania. El más pintón de todos en el arco. Un loco lindo del fútbol, sin ninguna duda.

Por René Paz

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