Varios

EL ADN DE LOS BABY FÚTBOL YA EXTINGUIDOS

La historia futbolística dirá que de los famosos baby fútbol salieron los mejores jugadores de nuestra provincia. Eran los torneos nocturnos que se jugaba tres veces a la semana desde las 21, entre el lunes, miércoles y viernes, con canchitas llenas, donde no entraba un alfiler muchas veces.

Haciendo un número proporcional más de 20.000 chicos menores de 12 años pasaron por los baby fútbol, hoy totalmente desaparecidos por los torneos de fútbol infantil, y porque los niveles de vida de los clubes de barrio fueron desapareciendo. Una verdadera pena para los más memoriosos.

Hablar de Roger Raúl “Titiriti” Ruiz y sus hermanos (Marcelo, Negro y Diego), el “Pollo” Roldán, “Pichón” Juárez, “Cala” Saganías, Walter Castaño, Walter Toloza, de “Bili” Ávila, “Petaco” Fernández, Marcelo Barraza, “Viko” González, “Changui” Ordoñez, “Oso” Suárez, Dardo Torres, Omar Chazarreta, “Beto” Name, “Rodo” Espíndola, “Topo” Corvalán, “Pantera” Rodríguez, “Chata” Jugo, “Toro” Escobar, “Mocho” Corbalán, “Hormiga” Paz, “Papelito” Carabajal, “Colo” Serrano, “Loly” Achával, “Guilli” Migueles, Mario Paz, “Tano” Storniolo, «Motor» Denett, Luis Dimas Ovejero, los hermanos Gómez (Ramón, Sapo, y Francisco), “Pato” y “Cacho” Luna, “Richard” Agüero, Germán Díaz, “Chuky” Zavaleta, “Tono” Aranda, “Loncho” Cerúsico, “Turco” Donis, “Yoyi” Ayuch, “Makeko” Ledesma, “Bagre” Toloza, Fabián Medina, Héctor Suárez, Alex Zaineddín, «Koky» Lastra, Álvaro Serrano, y de miles de jugadores más que se formaron en esos potreros de piso de tierra o de baldosas de cancha de básquetbol, y que cimentaron nuestro fútbol santiagueño.

Los detectores de talentos como se los llama hoy, eran los famosos descubridores de jugadores. Esos señores formadores de barrio que le enseñaron a los chicos a jugar a la pelota, lo hacían por amor. Nada más. Esas personas no ganaban un peso, y le dieron miles de horas de sus vidas para formar sus equipos, y darle esa enorme alegría de poder jugar al chico. Todos eran felices. Pero en ese ida y vuelta, seguramente nos olvidaremos de muchos chicos, hoy que pintan “canas”, y que gracias al “Baby” llegaron después a jugar en clubes importantes, y muchos de ellos, cruzaron la frontera de la provincia y del país.

Esos descubridores de talentos, tenían una doble función. Primero en captar un jugador, y después de convencerlos a los padres que le dieran permiso para ir a jugar. Nada simple, donde eran otras épocas, donde en cada esquina y bajo un foco se jugaba a la pelota. No había horario, ni día, donde el frío o el calor, no eran impedimento alguno para jugar.

Ellos conseguían el permiso y desde su propia billetera, afrontaban los gastos, recorriendo en sus bicicletas miles y millares de kilómetros, de un lado para el otros, llegando a cada barrio y cada rincón del planeta fútbol.
Esas personas, que en su mayoría ya no están, dejaron un legado difícil de olvidar para esos personajes del fútbol. Para los baby fútbol acompañaba la familia, desde el abuelo, pasando por los tíos, padres y hermanos. Nadie quería faltar, donde había que pagar una entrada mínima (a veces) y se podía ver los mejores partidos del mundo, con una calidad de recursos futbolísticos inigualables.

Tenían el catálogo de la vida insertada en el fútbol. Eran épocas del 60, del 70 y hasta medidos del 80, donde nació el Torneo Confraternidad, una creación de Richard Ibáñez, y los chicos pasaban a formar parte de los clubes afiliados a la Liga Santiagueña de Fútbol.
Pero había un antes. La primera obligación como requisito para jugar era ser menor de 12 años y con cierta altura. Al ser muy alto venían los problemas, y también como requisito indispensable era el acta de nacimiento. Se jugaba tres veces a la semana desde las nueve de la noche, y en cada equipo, había un seleccionado de buenos jugadores.
Pero esos “atrevidos” y formadores del fútbol en nuestra ciudad eran personas intachables.

En ese primer podio, bien de arriba aparecían Julito Medina, “Caco” Escobar, y el “Gringo” Oviedo. El primero maneja el Globito, el segundo a Grasería Fernández, y el tercero a Villa Mayuli o Casa Rosa. Eran enciclopedias abiertas, y con ellos, aparecieron Luis Boláñez (San Roque), “Maca” Leguizamón (Panadería Nury), Aníbal Romano (8 de Abril), Alfredo Milano (Kaford), «Tino» Gómez y Don Lastra (Centinelas), “Melli” Castillo (Estudiantes de Huaico Hondo), Alberto Espeche y Horacio Campos (Villa Las Delicias), Bermúdez y Manuel Cortez (Ulluas), Cejas (8 de Abril), Miguel Rodríguez y Albarracín (Tinglados Albarracín), “Pancho” Carabajal (Defensores 3 de Febrero), y algunos más, donde nuestra memoria comienza a fallar.

Ellos sin dudas, merecen un párrafo aparte. Perdieron gran parte de sus vidas por los chicos. Aparte de sus trabajos, salían bien temprano a buscar a los chicos, a lavar la ropa y las camisetas, y después de cada partido, regresaban llevando a cada jugador hasta sus casas, siempre en bicicleta donde el honor, el respeto y la educación, dominaban en nuestra sociedad. Ya pasaron más de 50 años de esos baby fútbol, que enloquecían a los chicos tras una pelota de fútbol.

Los escenarios eran sinónimo de pasión, junto a los potreros, centro vecinales y cancha de básquetbol eran la escenografía perfecta, y cómo no nombrarlos al Club París, Defensores de Alsina, Las Cejas, 8 de Abril, Independiente de Chumillo, Estudiantes de Huaico Hondo, La Vecinal, el Club Huracán, JUPA (Juventud Unida del Parque Aguirre), Club Formosa, Socorros Mutuos, Club Suárez, Club Rodríguez, Mutual El Liberal, Villa Hortencia, lugares obligados para ver fútbol en la semana. Pedazo de historias que ya no existen, y que no volverán.

Uno de los sobrevivientes de esos torneos históricos es Luis Boláñez, un libro para la consulta de ABC: “Fue algo incomparable en todo sentido. No había la tecnología de hoy, y el chico no tenía celular. Son etapas importantes que muchas veces, no lo supieron valorar en todo sentido. Muchos vivían de los baby-fútbol, desde el chipaquero, el que tenía un kiosco, el que vendía un sandwches, y los clubes donde se jugaban los torneos. Etapas que no volverán, y que marcaron una época gloriosa para muchos”, rebobina Boláñez con mucho de nostalgia.

Agrega: “Esas personas que ya no están, dejaron gran parte de sus vidas por los chicos. Llovía, caía piedra o había mucho sol, no importaba cuando de formar un equipo se trataba. Los padres y la familia daban una gran mano, y pese a la gran rivalidad entre los equipos, jamás había un problema. Todo lo contrario, se pagaba para ver un espectáculo de esa naturaleza. La pasión no tenía límites. Los baby fueron reemplazados por los certámenes de fútbol infantil, y aunque se disputan en canchas oficiales y en espacios reducidos, jamás volvieron a un potrero o una cancha de baldosas”, asegura.
Boláñez nos dio una larga lista de jugadores que pasaron por sus equipos como Carlitos Brao, Alejandro Ávila, Sergio Pacheco, Leopoldo “Hormiga” Paz, Guido Frediani, Sergio Álvarez, Oscar “Tano” Storniolo, “Colorado” Altamirano, Aldo Soria, Juan Carlos Alurralde, Germán y Omar Díaz, Ale Veuillomenot, y “Piki” García entre otros.
La linda historia de los baby fútbol, una historia que dejó sus huellas en el fútbol santiagueño, y que, en el día de hoy, algunos lo recuerdan de la mejor manera. Etapas imborrables de nuestra juventud.

RENÉ PAZ

 

Mas leidas

Salir de la versión móvil