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Vive en el campo y vendió sus animales para comprar una computadora y continuar con sus estudios

“Con la compu se me abrió un mundo nuevo porque puedo estudiar mucho mejor”, expresó el joven neuquino.

Un joven neuquino vendió sus chivos para comprar una computadora y así continuar con sus estudios. Víctor Garrido tiene 19 años y vive en el paraje Los Chihuidos.

Estudia en el Centro de Educación Integral San Ignacio (CEI), ubicado en el paraje San Cabao, a 15 kilómetros de Junín de Los Andes y debido a la pandemia deberá continuar con sus clases desde casa.
Según informó La Mañana de Neuquén, esa institución funciona con una residencia estudiantil donde se alojan los alumnos de comunidades rurales de hasta 500 kilómetros a la redonda. “Cada quince días podemos volver a nuestras casas”, comentó Víctor.

“Desde que comenzó esta pandemia, tenemos clases en forma virtual y nos manejamos por la plataforma de la escuela. Como no tenía computadora, usaba el celular”, explicó.

“Ahora, con la compu, se me abrió un mundo nuevo porque puedo estudiar mucho mejor, sobre todo porque no sabemos cuándo volveremos al aula”, comentó entusiasmado.

Desde la institución también resaltaron el esfuerzo que hace día a día el joven para poder seguir con sus estudios: “Estudió con su celular, tiene internet pero no electricidad. Así que cuando consigue combustible en el pueblo para el grupo electrógeno, carga su celular y cumple con sus tareas”.

Víctor es bueno en las matemáticas y no descarta estudiar un profesorado o agronomía. “Me gusta mucho matemática, me llevo bien con los números, y le estoy agarrando la mano cada vez más”,dijo.
Cuando termine el secundario posiblemente vaya a Cutral Co para estudiar el profesorado de matemática en el Instituto de Formación Docente.

Pero sus responsabilidades no se limitan solo a la escuela. Antes de dar la entrevista con el medio local, el joven había repartido junto con otros jóvenes, a caballo y con la nieve hasta las rodillas, algunos fardos de pasto para los animales de los crianceros y familias que están en los puestos.

“Tuvimos un día muy largo, salimos a las 9 de la mañana y regresamos a las cinco de la tarde, para ir a darles forraje a los animales. La cosa está complicada, hay mucha nieve, los caminos intransitables y encima tuvimos viento blanco”, dijo.

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